Día 14 de octubre de 1985, New York City.
Robert intentaba colarse en un estúpido (eso pensaba él) concierto de su primo Paul para darle aquellos estupidísimos (sí, el chico estaba cabreado) guantes de cuero para tocar la batería. Odiaba cuando su tía le mandaba hacer esa clase de recados que requerían el pequeñísimo detalle de que tenía que incumplir la ley...
Rodeo todo el estadio corriendo buscando una entrada o algo que me pueda ayudar a entrar. ¡Aleluya! Algún idiota acaba de salir del lugar dejando una puerta abierta, miro a ambos lados de la calle y, a paso lento y despreocupado, me cuelo allí como si tal cosa. Una vez dentro del recinto comienzo a correr a la zona donde estaban los vestuarios y donde, supuestamente, me esperaba Paul para que le entregase aquello.
-¡Ya era hora! -grita una vez estoy lo suficientemente cerca como para que pueda verme.
-Lo siento, no es culpa mía que tengáis tanta maldita seguridad. -Respiro algo acelerado por culpa de la carrerita de los huevos.- Toma -le paso los guantes mientras me apoyo en la pared para descansar un poco las piernas, definitivamente tengo que hacer más ejercicio.
-Gracias, R... -Me miró y pareció pensar por unos segundos lo que iba a decir- ¿Raph?
-Casi aciertas... Soy Rob... -Suspiro y miro al suelo.
Nadie entiende tanto como yo lo que es que ni tu propia familia sepa tu nombre. Eso es lo malo de ser el pequeño de ocho, creo que ni siquiera mi abuela se ha aprendido aún mi nombre, eso o le resulta más sencillo llamarme Rob, al fin y al cabo uno de mis hermanos mayores se llama Robin... Me gustaría tanto no tener hermanos, ser hijo único, así al menos mis padres sabrían mi nombre y no empezarían <<Ray... Rus... Raph... Rob... ¡Robin! ¡No, Robert!>>...
-Lo siento, es que no podía verte bien. -Se excusa Paul acercándose a mí, me revuelve el pelo con uno de sus manos cubiertas por los guantes.- Sé perfectamente que tú eres distinto a los demás.
-Gracias. -Susurre con un poco de esperanza al escucharle decir eso.
-No es nada, Bobbie, eres mi primo favorito, ¿sabes?
-¿Hablas en serio? -Alzo la cabeza para mirarle sonriente.- Eres el mejor primo del mundo. -Le abrazo con fuerza.
-Claro, ¿cómo no podrías ser mi favorito si eres el único que adora el rock tanto como yo? -Revuelve mi cabello con la mano mientras me devuelve el abrazo.- Además, sé bien lo que es ser el pequeño, como tú. -Susurra a mi oído antes de separarse.- Y ahora debo ir a trabajar, así que... Si quieres puedes quedarte a ver el concierto o puedes irte a casa.
-Voy a aceptar esa oferta, prefiero no ver la asquerosa cara de Robin... -Camino en dirección al backstage.
-¿Habéis vuelto a pelearos? -Pregunta mi primo con cierta... ¿Curiosidad? ¿Preocupación? Realmente no sé cual de las dos opciones es correcta.
-Sí, es imbécil hasta niveles increíbles, ¿te puedes creer que ha dicho que Batman es mejor que Iron Man? -Dije en tono de asco, porque esa era la única sensación que entraba en mi cabeza al recordar aquellas palabras.
-Bueno, mantén la calma, todo el mundo sabe que Iron Man le da mil vueltas a Batman. -Dice en tono tranquilo antes de salir al escenario con sus amigos.
Me siento en uno de los sofás que están colocados allí para que los componentes del grupo se relajasen, pero bueno, nadie podría decirme nada, de un modo indirecto no habría concierto de no ser por mí. Sacó del bolsillo trasero de mis ajustados vaqueros un cómic de Los Vengadores y, como estoy solo me tumbo en el sofá a leerlo con toda la tranquilidad del mundo.
Estoy tan concentrado en mi lectura que no me doy cuenta de que un tío se me acerca por la espalda hasta que de repente abre la boca dejándome escuchar su profunda voz.
-¿Eso es un cómic de Los Vengadores? -Pregunta haciendo que ruede los ojos por aquella obviedad, debe ser tonto o algo...
-Pues claro, i... -Miro hacia arriba para ver la cara del estúpido y entonces veo que es jodidamente guapo.
-Creía que lo que estaba de moda era La Liga de la Justicia. -Toma asiento a mi lado, pero joder, que bueno está...
-S... Sí, es lo que está de moda, pero a mí me gustan mucho más Los Vengadores. -Digo mostrando con orgullo mi camiseta de estos mismos.
-Entonces creo que nos llevaremos bien, chico. -Sonríe, oh, Dios, ¿también tenía que tener una sonrisa perfecta? ¿Por qué?
-Me llamo Robert. -Le ofrezco mi mano temblando un poco, ese maldito rubio me ponía de los nervios...
-Yo soy Troy. -Estrecha mi mano manteniendo aquella sonrisa, no es posible tanta perfección en una sola persona... Debería ser ilegal ser así...
-Bonito nombre... -Susurro mirándole a los ojos... No, no, no... No puede ser, tiene los ojos azules, ¿esto que es? ¿Alguien ha intentado hacer al tío perfecto para mí o qué?
-Gracias, el tuyo también mola, me recuerda a ese actor... ¿Cómo se llama? El que hace de Ian en “Weird Science”...
-Um... ¿Hablas de Robert Downey Jr? -Pregunto con una pequeña sonrisa en el rostro, ese tipo era genial.
-¡Sí! ¡Justo ese! -Sonríe ampliamente al ver que yo también ¿admiro?, a ese tío.- No sé que pensarás tú, pero yo creo que Sarah Jessica Parker es muy afortunada.
Espera un momento... ¡Es gay! ¡Es gay! ¿Puede haber algo más maravilloso? Es guapo, le gustan los cómics, Robert Downey Jr, está en un concierto de rock... Otro tío se acerca y se sienta en su regazo... A la mierda todo, señores, tiene novio...
-Ya, pero no es la única con suerte... -Digo a modo de indirecta y vuelvo a bajar mi vista al cómic, eso no era justo, tío, nada justo...
Durante todo el concierto leo el cómic intentando ignorar los arrumacos de Troy y su novio. Cuando Paul vuelve por fin casi me abrazo a sus piernas como un niño pequeño que quiere irse a casa. Aunque en ese momento me sentía exactamente así. Paul y el tío ese que estaba con Troy se van a hablar, el rubio me mira y luego echa un vistazo a su reloj de pulsera.
-Si quieres podría llevarte a tu casa en moto... -Esa oferta me sorprende, ¿qué demonios estaba pasando aquí?
-Bueno, vale, está bien, así no tendré que esperar a Paul... -Me levanto del sofá en el mismo momento que él viendo que me saca casi media cabeza... Odio medir solo 1'70, quiero pegar el estirón de una vez...
-Ahora vengo, voy a decirle que te llevo yo. -Se gira yendo a los vestuarios.
Cuando creía que no podía ser más perfecto me demuestra que si puede. Tiene un cuerpo perfecto y aún por encima tiene una moto... Vuelve enseguida y salimos fuera, me quedo quieto un segundo al ver que me va a llevar a casa en una Harley, esto parecía un sueño...
Conduce a gran velocidad hacia mi casa, seguramente Paul le había dicho que vivíamos uno frente al otro o algo así. Al llegar a mi casa bajo de la moto.
-Gracias por traerme, Troy. Ya nos veremos... -Camino hacia la puerta de casa para entrar e irme a “dormir”.
-Espera un momento, Rob. -Me giro viendo como el rubio se levanta de la moto y se acerca. ¿Qué va a hacer? Antes de que pueda decir o hacer nada el musculoso ojiazul está besándome. Sin duda parecía un sueño, el mejor sueño de mi vida.- Sueña conmigo, ojos bonitos.
Guiña un ojo mientras yo camino a la puerta de mi casa con las manos temblorosas. Introduzco las llaves en la cerradura y subo sigilosamente a mi habitación, desde que mis hermanos mayores se han ido a la universidad yo tengo una habitación propia y es simplemente fantástico. Me tumbo en la cama pensando en el beso de Troy, ahora me encantaría tenerlo aquí para hacerle de todo menos leerle cuentos...
Por la mañana me despierta la odiosa luz del sol entrando por mi ventana. Me froto los ojos con los puños, ni si quiera me había desvestido la noche anterior, así que para disimular me pongo el pijama y bajo a desayunar a la cocina. El estúpido de Robin ya está desayunando, abro la nevera y, como siempre, se ha acabado la leche, suspiro.
-Podrías pensar en los demás, no eres el único que vive en esta puñetera casa. -Gruño enfadado, era siempre tan estúpido...
-Ya sé que no soy el único, pero ahora mismo estoy al mando, mamá y papá se han ido...
Le interrumpo.- ¡¿Cómo dices?! Ni de broma, no pienso obedecerte. -Me cruzo de brazos para dejar clara mi posición ante aquello.
-Pues te jodes, haber nacido cuatro años antes, inútil... -Dice con una sonrisa de superioridad, Dios, como le odio...
-¡Que te den, Robin! -Grito y subo corriendo las escaleras.
Una vez en mi habitación me quito el pijama y busco algo limpio que ponerme. Cojo en el armario unos ajustados y desteñidos pantalones vaqueros y una camiseta rota de lobezno. Me visto farfullando cosas contra mi hermano, me pongo unas botas militares y las ato muy flojas. Me miro un momento al espejo y me despeino más echando mi flequillo a un lado, me pongo una bandana en la cabeza para que quede mejor.
Me sonrío a mí mismo, era casi imposible ser tan guapo como yo, de no ser por aquella horrenda ortodoncia todo sería perfecto. Cojo mi chaqueta de cuero y salgo corriendo de casa, necesitaba hablar con alguien al que le funcionasen más de dos neuronas. Una vez en la calle miro a mi alrededor y veo al rubio que anoche fue el dueño de mis sueños, sonrío ampliamente ante la visión del despampanante rubio.
-¡Troy! -Exclamo corriendo en su dirección cuando veo que esta besando al chico de ayer.
Me paro en seco totalmente descolocado por aquello, no podía creérmelo, no quería verlo, no, no... Eso no debería estar pasando...
¿Estaba Troy jugando conmigo?